Preparación
"No hay excusa para hacer un discurso público a menos que se hayan preparado a conciencia ideas valiosas para presentar al auditorio."
Herbert V. Prochnow.
Preparar una conferencia no es solo investigar sobre el tema, leer libros y artículos relacionados o bajar información de la Internet. Para Dale Carnegie preparar una buena presentación significa reunir los pensamientos propios, las ideas propias, las convicciones propias, las necesidades propias. La preparación no es anotar algunas frases de la vida sobre el papel, no es aprenderse una serie de datos de memoria. De ningún modo. La verdadera preparación consiste en extraer algo de nosotros mismos, en reunir y ordenar nuestros propios pensamientos, en fomentar y nutrir nuestras propias convicciones y saber lo que vamos a decir.
Sin una adecuada preparación, únicamente los dotados de un especial talento lograrán sobrevivir. Con la preparación adecuada, cualquier persona que lo desee puede hablar bien en público.
En estos tiempos donde contamos con herramientas poderosas de ayuda, no podemos dejar que sea la tecnología que genere nuestro producto. Ella puede ayudarnos, sí, y mucho, pero debemos siempre imprimir nuestra propia personalidad en todo lo que hagamos.
La preparación de una buena presentación no exige que usted sea un profesional de la comunicación o pedagogía, con la sola preparación se puede lograr.
En la oratoria, como en todo arte, ciencia o disciplina, nada puede hacerse sin un trabajo perseverante que presupone un 90% de transpiración y un 10% de inspiración. Toda persona que, por la índole de su trabajo tiene que hablar en público, tiene la responsabilidad ética de hacer un esfuerzo para mejorar su capacidad de comunicación.
Lo que debe quedar claro es que la capacidad y destreza para hablar en público puede adquirirse.
Escoja el tema con mucho tiempo de anticipación, piense en él durante los ratos perdidos, medite, duerma pensando en él, sueñe, en fin, con él. Hable de su tema con los amigos y colegas. Conviértalo en motivo de conversación, haga todas las preguntas posibles con respecto a él.
Escriba en papel todas las ideas y ejemplos que se le ocurran, no confíe en su memoria.
Los pensamientos, las sugestiones, los ejemplos, irán apareciendo en los más diversos momentos, mientras nos bañamos, en el entaponamiento oyendo a Jochy con el mismo golpe, mientras esperamos que nos sirvan la cena. Este es el método de todos los buenos dictantes o conferencistas.
Después de haber pensado espontáneamente durante algunos días, entonces inicie su investigación: bibliotecas, librerías, revistas, journals, Internet, entrevistas, periódicos, fotos, imágenes, gráficos, recursos, fuentes. Reúna mucho más material del que vaya a emplear, halle cien ideas y luego descarte noventa.
La manera de desarrollar el poder de reserva consiste en saber mucho más de cuanto podamos emplear; en tener un depósito repleto de información.
Piense en su presentación como si fuera un viaje, que tiene un inicio y un final. Decía Napoleón Bonaparte que el arte de la guerra es una ciencia en la que nada sale bien si previamente no se calcula y medita. Esta afirmación también es válida para el arte de hacer una buena presentación.
Una presentación es un viaje. El charlista, dictante o conferencista que no arranca de alguna parte, generalmente no llega a ninguna parte.
No se pueden dar reglas infalibles, rigurosas, sobre el ordenamiento de las ideas y la construcción de todas las presentaciones.
Cada presentación tiene sus características particulares.
Pero en toda presentación es necesario que usted atraiga la atención y el interés del público y gane su confianza, diga lo que tiene que decir y motive su auditorio.
Haga cuantos borradores de su presentación sean necesarios.
Si tiene dificultad en la pronunciación de alguna palabra en concreto, elimínela e introduzca otra que le resulte más cómoda. Hay un enorme número de palabras en nuestro idioma; tenga siempre a mano un diccionario de sinónimos. Medite, corrija, léaselo a otra persona, busque críticas y opiniones y cuando tenga el producto final apréndaselo de memoria, pero no palabra por palabra, sino el orden de las ideas, los conceptos y los planteamientos, y principalmente el mensaje que quiere dejar.
Lo más desagradable es que un presentador se pase todo el tiempo leyendo las diapositivas que está presentando. Se mantenga de espaldas al público. Los auditorios no soportan cosa semejante.
Mirar al público es absolutamente esencial. No se voltee para leer las diapositivas a no ser que quiera utilizar el puntero o mouse para señalar algo, si usted se voltea constantemente, se desentiende de su auditorio que vive y respira alrededor de usted.
Incluso cuando tenga que voltearse para ver alguna palabra clave o señalar algo en la pantalla, procure suspender el contacto visual con el público tan solo breves momentos.
Recuerde que usted no esta leyendo un libro, artículo o discurso, esta haciendo una presentación, una conferencia. No es lo mismo la palabra hablada que la palabra escrita.
El hecho de establecer contacto visual con el auditorio no constituye ninguna garantía de una presentación inspirada. Pero con ello eliminará usted el mayor obstáculo que se opone a una presentación de éxito.
Mantendrá, por lo menos en parte, el interés del público porque no habrá cortado la línea vital de comunicación con él. Cuando miramos a nuestro auditorio, lo hacemos partícipe de nuestra presentación. Y además, mientras usted habla, el público tendrá la sensación de que las palabras le brotan del corazón.
Otra observación sobre el contacto visual: mientras habla, verá usted un público...una masa confusa e indefinible. Los que le escuchan se percatarán fácilmente de que usted está mirando sin ver. Elija unas cuantas personas en concreto. Hábleles directamente. Hay una mujer con un vestido rojo en la primera fila: al hablar, diríjase a ella. Fije la mirada en sus ojos. Al cabo de un momento, vuelva lentamente la cabeza hacia el otro lado. Un hombre gordo y calvo: mírele mientras desarrolla su tema, y así sucesivamente.
Cuando se habla directamente a una persona en concreto, el nerviosismo tiende a desaparecer porque de pronto estamos teniendo una conversación "de tú a tú"; lo cual es algo rutinario para usted, ¿verdad? Esta técnica solo se consigue manejar con naturalidad cuanto más hable en público.
Atráigase a su público acercándose a él.
Al hablar, piense que su auditorio lo componen amigos con los cuales comparte algo útil, valioso o, por lo menos, lo suficientemente interesante para absorber su atención durante unos momentos. Si lo consigue, habrá transmitido un mensaje que será comprendido, conservado e incluso puesto en práctica.
La máxima aspiración de un buen dictante o presentador es la de crear un clima de armonía con el público.
Los franceses llaman a esto establecer un rapport, es decir, una especie de abrazo, una afectuosa cordialidad, un mutuo acercamiento, una cálida amistad que es garantía de afinidad y concordia entre las personas.
Cuando dicte una conferencia, hable CON el público y no AL público.
El contacto visual es el primer requisito de esa armonía. No me cansaré de repetirlo: Mientras menos se voltee usted a leer sus diapositivas, tanto mayor será ese indispensable contacto visual, que es la primera condición de la armonía con el público.
Es necesario interpretar el lenguaje corporal del auditorio y reaccionar en consecuencia. Si la expresión de la cara dice mucho sobre lo que una persona siente, también es importante la postura corporal que adoptan los oyentes.
Una persona inclinada hacia adelante manifiesta mayor interés que alguien que esté echado hacia atrás. Si observamos a alguien que parece aburrido o desinteresado, podemos dirigirle una pregunta directa que le permita expresar su pensamiento.
Pero si no contesta, no le demos más importancia y continuemos con la conferencia, pues la razón de ese aparente desinterés puede estar motivada por causas totalmente ajenas a nuestra intervención.
Debemos dirigirnos al auditorio que está ante nosotros, mirándoles a la cara y observando continuamente sus gestos, facciones y observando su lenguaje corporal.
Si observamos que el auditorio se relaja, se muestra poco interesado y si, en definitiva, parece aburrido, debemos emplear algunos recursos que relancen y faciliten nuestra comunicación con él.
En primer lugar, cambiando de posición, saliendo de detrás del atril, poniéndonos de pie, acercándonos al auditorio, etcétera.
También podemos recurrir a:
Utilizar ayudas visuales y no sólo para despertar el interés de la auditorio, sino como complemento de la intervención.
Hacer algo inesperado o introducir un toque de humor. Sin embargo, hemos de tener cuidado, pues la risa es contagiosa y una anécdota que puede mover a la sonrisa en un contacto personal, puede convertirse en una carcajada ante un auditorio numeroso, que luego será más difícil decir cosas más serias o importantes.
Pedir a la auditorio que participe. Con preguntas retóricas que deben contestarse los oyentes mismos, con preguntas que contestan uno o dos voluntarios o preguntas concretas a algún oyente, nombrándole personalmente.
Pedir al auditorio que haga algo concreto: calcular, comentar con el de al lado, pedir un voluntario para algo concreto, etcétera.
En algún caso, podemos citar a alguna persona poniendo su nombre al principio de la frase para prevenirle que estamos hablando con ella y que tiene libertad para aceptar la invitación.
No debemos sorprendernos en el caso de que no nos conteste.
En ese caso, continuaremos con nuestra conferencia.
No está demás incluir en la conferencia, si el auditorio no es muy grande, preguntas sobre la comprensión del contenido. Si éstas se producen, contestaremos brevemente y sin hacer mención a ningún punto que no hayamos tratado hasta ese momento.
Si se producen preguntas espontáneas de los oyentes, hemos de contestar sin vacilaciones, de forma escueta y procurando no alterar el contenido ni el ritmo de la conferencia. Si vemos que el número de preguntas aumenta y derivan en un debate, lo mejor es transferir la situación hacia el debate final y continuar con la conferencia.
Uno de los objetivos que persigue una conferencia ante un auditorio es convencer o persuadir a los asistentes en una determinada dirección. Pero, si el auditorio está de acuerdo con nosotros no hay necesidad de convencerlo. Por ello, es importante disponer favorablemente al auditorio desde el primer momento.
Nuestra presencia, nuestro semblante y las primeras palabras son decisivas en este intento. Si estamos ante un auditorio convencido, hemos de ser prudentes y no recrearnos en lo obvio o conocido.
Un exceso de celo, de explicación superficial o una palabra mal dicha puede desanimar a los oyentes ya convencidos. No debemos recrearnos en lo que le resulta obvio o es sobradamente conocido por todos los presentes.
Pero también hay un tope en la cantidad de información nueva que podemos transmitir al auditorio.
Una buena forma de comenzar una conferencia es persuadir al auditorio del motivo por el que deben escucharnos. Debemos demostrarle que la solución que ofrecemos podrá solventar el problema que tienen en ese momento.
Muchas veces la persuasión se logra dejando que los oyentes se convenzan a sí mismos de aceptar nuestro punto de vista. En todo este proceso de persuasión debemos tener en cuenta que el efecto de nuestras palabras se puede ver disminuido por un deficiente lenguaje corporal.
Si nuestras palabras dicen una cosa y los gestos lo contrario, el auditorio pensará que les estamos engañando. Las personas que se sienten a gusto unos con otros tienden a adoptar una postura similar y a cambiarla para adaptarse unos a otros.
Por muy apasionada que sea nuestra conferencia, si no hacemos nada más que hablar continuamente, no llegaremos a convencer a nuestros oyentes. Por ello, conviene programar algunas pausas para invitar a los oyentes a colaborar, aunque sólo sea con su pensamiento.
Si, finalizado la conferencia o en una interrupción, observamos que alguien no está convencido de nuestras palabras y vemos que quiere intervenir, debemos escucharle con atención.
Aunque sin permitir que nos distraiga la respuesta, el nerviosismo o la pregunta más o menos irritante del interlocutor.
Sin dejar de mirarle, debemos demostrarle con nuestros gestos, nuestro interés hacia su planteamiento.
Aseveraciones como comprendo, ya veo, etc. servirán para aumentar la sensación. Si el interlocutor demostrara escasa capacidad de palabra o excesivo apasionamiento, no debemos interrumpir nuestro silencio de oyente interesado y, menos aún, caer en la tentación de apuntarles las palabras que busca o terminar la oración por él.
El crédito, la credibilidad, es la mayor cualidad que puede proyectar un conferencista. Es necesario que le muestre al auditorio argumentos que estén basados en hechos reales; ponga muchos ejemplos prácticos para ilustrarlos, pero evitando las exageraciones.
Por otra parte, el auditorio sabe que un texto puede haber sido copiado de un libro o artículo, representando ideas de otro autor y no del presentador (lo cual en la mayoría de los casos es cierto) y tiende a dispensar una acogida más hospitalaria a lo que intuye como pensamientos del propio dictante que a las ideas de un autor desconocido.
Sus palabras, las palabras que le brotan del corazón y de su imaginación, son acogidas por unos oídos más receptivos. Si despierta usted crédito, puede fallar en alguna parte de su presentación (pero no en muchas) y, sin embargo, terminar con la sensación de que el público le ha aprobado y está de acuerdo.
El crédito es más fácil de alcanzar cuando usted da la impresión de pensar por sí mismo y no ya de estar pronunciando palabras como un robot, cada vez que aparece un texto en una diapositiva.
Por esa razón es que debemos preparar nuestras diapositivas con el menor número de texto; utilizar palabras claves y cuando sea necesario esquemas resumidos de notas.
Lo esencial para presentar una conferencia con la ayuda de las diapositivas es un profundo conocimiento del tema que va a desarrollar. El dominio absoluto del tema es la más sólida armadura con que uno puede vestirse.
Al comenzar a hablar no consulte nunca sus notas o lea las primeras diapositivas. El principio de una presentación es el momento en que usted exhibe la sensación de espontaneidad, donde demuestra que su intervención no es ensayada (aunque lo haya hecho mil veces).
Si tiene que consultar sus notas o mirar su diapositiva para recordar algo detenga su conversación con el público, si no lo hace, irremediablemente leerá lo que está escrito y perderá naturalidad.
Después que consulte sus notas odiapositivas haga una pausa, vuelva a mirar a su auditorio y hable directamente al público.
Cuando llegue al final de su presentación y vaya a emitir sus conclusiones no consulte nada. Diga sus conclusiones o sus frases concluyentes mirando todo el tiempo al público.
Nunca permita que su material de apoyo se interponga entre usted y su auditorio. Procure que todos los presentes tengan la impresión de que le habla a cada uno individualmente.
Si nota en algún momento que su público pierde la atención, trate siempre de hacer algo para recuperarla. Para ello utilice variedad en sus palabras, en sus gestos, en sus movimientos y en sus diapositivas, pues es el condimento de toda presentación.
Las presentaciones sin variedad son como un sancocho que aunque tenga todo tipo de carnes y víveres si el cocinero (presentador) no le pone sazón y muchas veces su corazón, no saben a nada. Estará claro que es un sancocho, pero no será un sancocho impactante, como aquel que la gente recuerda cada vez que se come uno.
Para poder lograr hacer una presentación con soltura, se tiene que preparar y practicar. La preparación y la práctica no pueden sustituirse por nada.
El mejor consejo que le puedo dar y lo mejor que usted puede hacer es la práctica. La práctica es fundamental e insustituible en este ámbito, ya que la capacidad de hablar se afirma y se desarrolla después de cada experiencia.
Conviene que usted participe en algún curso de oratoria. Pero un curso en sí mismo, sin ejercicios prácticos, de poco sirve, como de poco sirve limitarse a leer este libro.
Está harto demostrado, que no es posible adquirir y desarrollar la capacidad de hablar en público, sin el esfuerzo del aprendizaje práctico. El oficio de conferencista, como el que más, se aprende con la práctica.
Una técnica que utilizo con mucha frecuencia es grabar mi presentación y luego oírla y hacer que otros la oigan, de esa manera puedo encontrar muchos errores que cometo en la dicción y pronunciación de las palabras y construcción de las oraciones. En algunas ocasiones he ido más lejos, he grabado la presentación en cinta de video, que es lo ideal. Si usted no cuenta con recursos para hacer estas recomendaciones utilice un espejo hable frente a él y mírese, mejor aún, alquile o pida prestada una cámara de video.
Una vez que tenga lista su presentación, practíquela interiormente mientras va por la calle (Tenga cuidado, eventualmente le pueden gritar ¡Loco! o choca con un motoconchista o una voladora).
Vaya a algún lugar donde pueda estar solo, y repásela desde el principio hasta el final, con los gestos y el calor con que planea presentar su disertación. Imagine que el auditorio está frente a usted. Cuanto más ensayemos más cómodos nos sentiremos al llegar el momento de hablar.
Hago aquí tanta insistencia con la preparación, debido a que es un área de extrema vulnerabilidad en las conferencias científicas.
La familiaridad con su tema y la confianza en su investigación no son suficientes para dictar una conferencia impactante.
Esos factores pueden, de hecho, trabajar en contra de una buena presentación. Pueden producir una falsa creencia de seguridad, tomar poco cuidado en la preparación y permitirle creer que el auditorio lo aceptará así por así.
Usted ha sido invitado a hablar, debido a que alguien cree que usted tiene el conocimiento que puede ser compartido y asume que usted es un dictante competente para efectivamente comunicar dicha información.
Todos los principios de hablar en público, se aplican a las presentaciones científicas.
Aquellos dictantes que creen que sus credenciales y conocimientos sobre el tema niegan la necesidad de una adecuada preparación y el desarrollo de habilidades de hablar en público solo podrán transmitir parte de su mensaje. Si su conferencia no está bien preparada y usted no la presenta de una manera que gane y mantenga la atención del auditorio, mucho del conocimiento que usted espera compartir se perderá.
Una parte extremadamente importante para poder efectivamente comunicar lo que usted sabe, es preparar la conferencia o presentación científica para satisfacer las necesidades del auditorio a su nivel de entendimiento.
El principal paso en la preparación de una conferencia a la que usted ha sido invitado es, entonces, conocer lo más posible sobre su auditorio como ya nos hemos referido en otros artículos. Esto es a menudo evidente, pero por si las dudas, pregunte.
¿Cuántas personas asistirán?
¿Son ellas expertas en su área?
¿Si hay una combinación de especialistas o expertos y no especialistas, Cuál es la proporción?
¿Si es un grupo de no especialistas, cuál es su edad y nivel educacional?
Es mucho más fácil hablar a un grupo formado únicamente por especialistas o no especialistas. Si el grupo es de expertos o especialistas en su campo, usted le hablará en su propio idioma y tendrá la oportunidad de cautivarlos y estimularlos con su conocimiento y entusiasmo.
Si es un grupo de no especialistas, usted todavía podrá cautivarlos y estimularlos, pero tendrá que ajustar el alcance y nivel de su material, el cual requerirá mucho más meditación y esfuerzo del que podría anticipar.
Generalmente cuando es necesario hablar a un grupo mixto o combinado de expertos y no expertos (profesionales y estudiantes) surge un gran problema. Muchos miembros del auditorio que son expertos o profesionales se sentirán mal si usted hace una presentación a nivel básico, lo mismo sucedería si usted habla frente a un grupo de no expertos en un lenguaje que va más allá del nivel de comprensión del auditorio.
Lo mejor en esta situación donde nos encontramos con un auditorio mixto formado por expertos y no expertos, es tratar de acomodar ambos niveles de entendimiento con un compromiso cuidadosamente astuto del cual cada quien gana algo.
Una sugerencia útil sería el dedicar la mitad a dos tercios del tiempo a una introducción o resumen de su tema y dejar de último el material altamente técnico, científico o profesional. Los no expertos entenderán y aprenderán de la primera parte y los expertos se beneficiarán de la segunda parte. Los expertos también ganarán nuevas formas sobre como presentar a no expertos.
Otra forma útil es presentar el material más técnico y luego resumir con "en otras palabras..." o "por analogía..." y presentar el material en un lenguaje simple y sencillo. Estos resúmenes breves deben ser presentados a todo lo largo de la conferencia y lo suficientemente frecuentes para prevenir que aquellos que no comprendan la información técnica desvíen su atención.
Una vez se haya determinado el tema del que usted va a hablar es conveniente que usted determine con anticipación la fecha, hora y lugar de la conferencia y el tiempo de que dispone.
Pida siempre una confirmación por escrito y haga la anotación correspondiente en su agenda.
Al preparar su conferencia es importante que usted tenga claro como su conferencia encaja en el programa general del evento donde usted participa y la relación con los demás conferencistas.
Resulta bastante engorroso encontrarse en un congreso y oír al conferencista anterior a usted cubrir la mayoría del tema que usted ha preparado. O peor aún, ser participante de un panel y haber llevado la introducción del tema y resulta que lo que a usted le toca son el resumen y las conclusiones.
Estas son algunas preguntas sobre el programa científico que usted debe hacerse antes de iniciar la preparación de un tema:
- ¿Está el programa enfocado en una sola disciplina o está designado para una vista del tema interdisciplinaria o multidisciplinaria?
- ¿Habrán otras conferencias en temas similares o relacionados?
- ¿En qué momento del programa se presentará su conferencia?
- ¿Necesita enviar un resumen de su conferencia?
- ¿Cuál es el tamaño y disposición del salón de conferencias?
Si usted es el primer conferencista en una serie de conferencias sobre temas relacionados, su presentación puede apropiadamente incluir definiciones, fundamentos históricos y otros materiales introductorios.
Si usted es el último dictante del programa, entonces, los resúmenes y conclusiones sería lo más apropiado. En el caso de que su ponencia se encuentre en el medio, es razonable asumir que antes de usted subir al podium, se habrán cubierto las partes introductorias, pero para estar seguro es mejor tener algunas notas que le ayuden a llenar algunas posibles brechas.
Como ya hemos mencionado en el, el mayor reto lo encuentra el charlista que tiene que presentar inmediatamente después del almuerzo, al final del día o al final del congreso
Estos son momentos que requieren de un poco de teatro y una pizca de humor para captar y mantener la atención de los participantes. Pero por favor no se sobrepase.
Antes de empezar a realizar el esquema de su conferencia usted deberá decidir cual es su objetivo o propósito, el tema que desarrollará, el nivel apropiado de profundidad y la extensión de la información que usted estará presentando.
El propósito primario de una conferencia científica es informar o instruir. Usted podría también sutilmente persuadir y hasta entretener a su auditorio, pero no pierda de vista su propósito primario.
Su tema está definido dentro de la invitación a hablar y dentro del contexto del resto del programa.
La profundidad y extensión del contenido científico estarán determinados en gran parte por el perfil del auditorio y el tiempo que se le ha concedido y no por el dictante o el tema.
Muchos dictantes en el área científica a menudo cometen el error de no entender que la comunicación efectiva requiere tanto del envío como de la recepción de la información.
Parte del trabajo del dictante es poner al auditorio en "modo de recibo". La fascinación de un buen dictante con el tema que discute es transmitida al auditorio y capta su interés para ganar su atención completa.
En la preparación de la conferencia es necesario hacerse algunas preguntas y al incorporar las respuestas en su presentación, esto le ayudará a darle vida al tema y hacer su conferencia memorable y valedera. Las preguntas son las siguientes:
- ¿Por qué los otros colegas del auditorio estarán interesados?
- ¿Cómo puedo generar interés y entusiasmo para mi tema en alguien que no tenga mi conocimiento y experiencia?
- ¿Cómo podrían otras disciplinas o especialidades o mis colegas utilizar esta información?
- ¿Tengo alguna historia o anécdota de mi experiencia en la docencia o vida profesional relacionada con el tema que pudiera incluir para logra mayor énfasis, mayor interés o humor?
El sello de distinción de cualquier conferencia científica es la claridad. Para lograr la claridad, la conferencia tiene que estar bien organizada y estructurada lógicamente. Como ya hemos mencionado, debe tener una introducción, un cuerpo y una conclusión. Toda buena conferencia tiene que tener estas tres partes. Si no las tiene no es una buena presentación, tan simple como eso.
La apertura o introducción presenta el tema al auditorio. En su introducción usted le da al auditorio su agenda o los puntos principales que va cubrir. ¿Por qué? Porque el público necesita algo así como un mapa.
Ese mapa les prepara para escuchar y establecer sus expectativas. Si tratan de adivinar de qué se trata la conferencia se confundirán y dejarán de escuchar. De manera que en su introducción usted establece el tono, le da a su auditorio una visión panorámica y ofrece un resumen de los puntos principales que cubrirá en el cuerpo de su presentación.
Una vez que el público sabe qué escuchará en su conferencia, entonces es la hora de la carne o cuerpo de la presentación.
Aquí cada punto es elaborado individualmente. Le da detalles, desarrolla sus ideas y los refresca con humor, cuentos, anécdotas y ejemplos.
Ya cubiertos todos los puntos, tiene que llevar a su conferencia hacia un cierre memorable. De otra forma las palabras se quedarán en el aire. De manera que resuma, revise de nuevo los puntos principales y deje a los miembros de su auditorio con una acción a ejecutar. Termine con una afirmación poderosa de manera que su auditorio se vaya pensando sobre su mensaje.
Una analogía que me gusta mucho es comparar las tres partes de una conferencia con un Hamburger o Confeburger.
En un Confeburger la parte de arriba o tapa del pan es su introducción, la carne es el cuerpo de su conferencia y la parte de abajo o base del pan es su conclusión.
Si usted examina este hamburger detenidamente se dará cuenta que la carne es la más gruesa y apetitosa y tanto la tapa como la base del pan son del mismo tamaño balanceando de esa manera el sandwich.
Para hacer que su conferencia sea apetitosa necesita añadir algunas especias y condimentos. De otra forma la confeburger será sosa. De manera que en la carne de su confeburger añada:
Algunos hechos sabrosos.
- Detalles estadísiticos humeantes.
- Anécdotas apetitosas.
- Metáforas que hagan la boca agua.
- Una pizca de humor.
¡Delicioso! ¡Eh! Todo el mundo querrá una mordida. Ahora para hacer que su confeburguer sea visualmente apetitoso, usted podrá añadir algo de lechuga y tomates, o una rebanada de queso con un pepino, catsup, mayonesa y mostaza. Esto es lo que hacen las ayudas visuales o RGPs que utilizamos en nuestras presentaciones.
Las ayudas visuales hacen que su conferencia sea visualmente atractiva.
Ahora que ya le ha dado hambre, vaya a la nevera y prepárese un buen sandwich y luego regrese a leer más, ya que todos estos principios los vamos a poner en práctica más adelante.
Cómase este Confeburger!!!
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angela -