La Capacidad de Hablar en Público ¿Es innata o adquirida?
Existe un acuerdo bastante generalizado de que la capacidad de hablar en público es una combinación de lo innato y lo adquirido, es un don y es un logro.
Es un don, porque no se puede negar que ciertas cualidades o dones naturales, predisponen a determinadas personas a la oratoria o palabra pública: seguridad en sí mismos, rasgos más o menos simpáticos, el timbre o potencia de la voz, la prestancia del cuerpo, el aplomo o audacia y, sobre todo la vitalidad y el entusiasmo, son cualidades que ayudan a transformarse en un buen orador.
Por otro lado, si se adolece de graves deficiencias, sobre todo en la expresión verbal, difícilmente se puede lograr un pleno desarrollo en la capacidad de comunicación oral. Sin ninguna disposición innata no se puede llegar a ser un buen orador.
Y es un logro, porque si bien ciertas cualidades son necesarias, no son por sí mismas suficientes: Hay que hacerse orador. En ninguna persona existen condiciones innatas para la oratoria solo sujetas a la maduración. Por muy destacadas que sean esas cualidades, siempre es necesario hacer un esfuerzo para prepararse.
Hablar bien en público tiene mucho de arte como también tiene de ciencia. Pero para llegar a ser un buen conferencista, hay dos condiciones fundamentales que pueden ayudar mucho, y son dos condiciones que están más allá de las técnicas de comunicación oral:
Tener personalidad madura, activa y productiva, capaz de autoexpresarse.
Tener algo que decir acerca de un tema, con el cual se está compenetrado, mejor todavía, si se está implicado en él.
Luego hay que conseguir una forma de presentar aquello que se quiere transmitir; saber cómo decirlo y para ello hay que prepararse.
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