El Objeto o Muestra de Color
La respuesta es relativamente sencilla teniendo en cuenta la idea anteriormente expuesta de una luz divisible en sus distintos componentes.
Lo que sucede es que toda superficie en mayor o menor medida absorbe parte de la luz que incide sobre ella y refleja el resto, es decir absorbe solo algunas longitudes de onda. La parte reflejada es por consiguiente la que caracteriza el color de objeto.
Por ejemplo, vemos algo de color rojo porque al iluminarlo su superficie absorbe las longitudes de onda que van del violeta al anaranjado reflejando solamente el rojo.
De ahí que si a esta misma muestra la ilumináramos con una luz carente del componente rojo no reflejaría nada y la veríamos prácticamente negra.
En este punto es necesario aclarar que ninguna superficie es capaz de absorber o reflejar longitudes de onda exactamente precisas sino que lo hace de manera bastante amplia, por lo que para simplificar el tema se hable solamente de la longitud de onda predominante o sea del color principal.
Hay otros elementos en el objeto que también influyen en la percepción del color, como por ejemplo el brillo y la textura, de ahí que no es lo mismo ver un color aplicado sobre una pared que hacerlo sobre un papel como puede ser el caso de una carta de colores o tratar de igualar exactamente dos colores cuando las pinturas tienen brillo muy distinto.
El Observador: Psicología del Color
Los colores apelan a las emociones, como lo demuestra nuestras propias reacciones ante ellos, aunque éstas sólo se describan con palabras.
Nos demos cuenta o no, seguramente asociamos cada color con un sentimiento, un comportamiento, una lección, una acción, una experiencia, un entorno o un acontecimiento en particular de nuestro pasado personal.
Así ha sucedido a lo largo de la historia de la humanidad. El modo de pensar de los individuos, grupos, tribus, países y culturas ha evolucionado a partir de los usos y connotaciones del color en el pasado.
El color posee una energía que produce efectos psicológicos y, como consecuencia, fisiológicos. Las variaciones en el número de estímulos que reciben nuestros ojos afectan la actividad muscular, mental y nerviosa de todo nuestro cuerpo. En otras palabras, nuestra respuesta psicológica a un color determinado puede afectarnos físicamente.
Conociendo de manera instintiva este fenómeno, los dirigentes a lo largo de la historia han utilizado los colores en forma de estandartes, banderas, uniformes y trofeos. Los colores que elegían mantenían a sus soldados en un estado de gran emoción. Un ejemplo claro es la pintura de guerra de diversos colores que los indios americanos utilizaban para espantar a sus enemigos o identificar a sus amigos.
Mucho antes de Hipócrates, la profesión médica se dio cuenta de que los colores podían utilizarse para estimular y deprimir.
Algunos tonos ayudan a las personas a relajarse y a sentirse alegres. Otros les estimulan y le dan más vitalidad. Otros causan irritación y verdadero malestar físico. Los aztecas, por ejemplo, utilizaban diversos colores que causaban irritación, como instrumentos de tortura.
Ya en el siglo XVIII se comenzaron a evaluar los efectos del color sobre la mente humana. Con el correr de los años se realizaron diversos estudios, tests y pruebas en los que se comprobaron las reacciones psicológicas y fisiológicas que los colores producen.
Estos estudios han avanzado al punto que en la actualidad existe un método curativo denominado cromoterapia, a través del cual se ayuda a curar ciertas enfermedades con la utilización de colores.
La aplicación psicológica del color se desarrolló originalmente para incrementar la eficacia en la industria. Desde aproximadamente 1910, por la época de Henry Ford, los dueños de las fábricas vienen afirmando que algunos colores reducen la fatiga de los ojos de los trabajadores, les levantan el ánimo y mejoran la calidad y la cantidad en la fabricación de todo tipo de productos. También se han reducido los accidentes.
Ciertos colores, en los hospitales, han ayudado a los pacientes a recuperarse antes y a los equipos médicos a trabajar con mayor eficacia.
Los profesores y los alumnos han informado que, en las escuelas, algunos colores en particular (ciertos tonos de verde y azul) son beneficiosos para la concentración, estimulan la energía y retrasan la fatiga del ojo.
Los efectos psicológicos que se han podido comprobar son básicamente de dos tipos, los que se definen como directos, los cuales hacen que un ambiente parezca alegre o sombrío, frío o cálido, etc. y los indirectos, relacionados con los afectos y con asociaciones subjetivas u objetivas de los individuos frente a los colores.
Esta característica subjetiva de la apreciación de los colores, hace que los efectos secundarios sean los más discutidos, ya que pueden variar de acuerdo con los diferentes individuos.
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